Animales

 

 Animales


Por: Danna Azcarága

Si, esa pequeña chica con orejas de gato soy yo, aunque no siempre fue así... Hace unos meses no. Mi vida era perfecta, tenía mi recién fundada empresa de mercadotecnia, me sentía afortunado, la mayoría de mi familia no tenía muchas esperanzas en mí, pero yo les demostré que no tenían razón.  También estaba casado, la chica de mis sueños, pelirroja y con un cuerpo espectacular, ella trabajaba para el gobierno, era la encargada de varios de los Institutos de Investigación de todo el país.

Ese en parte era un ligero problema, Paola y yo solo teníamos poco tiempo para vernos, ella viajaba constantemente, se encargaba de cosas gigantescas, era relativamente famosa porque cada vez que ocurría alguna tragedia en cuanto a problemas de salud recurrían a ella para que hablara de ello ante el público de la TV. Yo estaba muy orgulloso, me gustaba ver a mi chica feliz y realizada, aunque no podía evitar sentir un poco de celos de todas las personas que trabajan con ella, pero jamás se lo dije. Cuando llegaba estaba muy cansada para que hiciéramos algo, así que solamente nos recostábamos en el sillón, encendíamos Netflix y nos quedábamos dormidos, acurrucados. Me parecía muy tierno observarla mientras dormía, yo solía acariciar su cabello y ella de vez en cuando me regalaba una de sus encantadoras sonrisas.

Ojalá eso nunca se hubiera acabado, pero no todo es para siempre supongo, sobre todo las cosas que son perfectas. Paola tuvo que salir de viaje unas cuantas semanas debido a un incidente en un avión, no estuve muy enterado, prefería mantenerme alejado de todas esas noticias amarillistas, aprendí que mientras menos supiera de los problemas que tenía que resolver, Paola estaba más tranquilo, ya que, constantemente me preocupaba demasiado por ella y terminaba fastidiándola. Pero está vez estaba siendo muy diferente, los países enteros parecían estar consternados por esa noticia, todos mis amigos hablaban sin parar del avión.

Durante las noches hablaba por teléfono con Paola, sus ojos se veían un poco cansados por todo el esfuerzo que estaba dedicando a la investigación, no dejaba de repetir que se trataba de algo histórico y que sin dudas, una vez que ella descubriera lo que sucedió recibiría un premio en honor a su trayectoria cosa que desde que la conozco era su sueño. Me encantaba escucharla, hablar de ese tipo de cosas, se notaba la pasión que tenía por la ciencia. Mientras tanto, yo me mantenía ocupado con cosas de mi trabajo, no tan importantes como las de ella.

Después de unas semanas me avisaron que ella estaba por llegar, aunque eso me parecía demasiado extraño ¿Por qué no fue ella la que me avisó? Siempre hacíamos lo mismo, durante la noche ella me marcaba y me contaba lo que sucedía, sin embargo, los últimos dos días ella había tenido que estar fuera de su habitación a altas horas de la madrugada, por lo que nos vimos en la necesidad de posponer nuestras reuniones. Yo intentaba entender ese tipo de cuestiones, eso es lo que haría un buen novio ¿No? Además, confiaba plenamente en ella, yo sabía que no sería capaz de engañarme, el amor que ambos nos teníamos era real, yo lo sabía.

Ese día transcurrió normal, hasta el momento en que llegué a mi casa, la puerta estaba abierta y custodiada por varios guardias del gobierno. Me acerqué a uno de ellos para intentar saber lo que estaba ocurriendo, pero simplemente se negaron a hablar conmigo, llevaban armas cargadas y utilizaban lentes oscuros, sus uniformes estaban completamente limpios y bien planchados. De pronto una figura de cabello casi rapado surgió, usaba lentes de fondo de botella y tenía una cicatriz en la mejilla derecha. En cuanto lo vieron, el resto de oficiales tomaron la posición de guardia, pero él hizo un ademán para que se mantuvieran tranquilos.

-¿Quién es usted? -Le pregunté, molesto-, ¿De qué se trata todo esto?

-Mi nombre es confidencial, pero puede llamarme Rick.

-¿Y qué es todo esto? ¿Por qué pareciera que estamos escondiendo a un ex convicto? -No era sencillo molestarme, pero había llegado el punto en qué me molestaba que no me contaran la historia completa.

-Es un protocolo de seguridad ordenado el gabinete presidencial.

-¿Seguridad? ¿Por qué seríamos una amenaza? -Crucé mis brazos, tenía un físico aceptable, digamos que las noches de gimnasio servían de algo.

-Ustedes no son la amenaza, pero como sabe su pareja, la señorita Paola Reyes ha fungido como cabeza del proyecto de investigación sobre el evento del Airline -Esas palabras sonaron casi como un susurro-, en su mente se encuentra información vital para poder darle una explicación lógica a todo lo que ocurrió.

-¿Y tienen miedo de que la revele?

-No. -Esa frase fue fría- Sabemos que la señorita no se atrevería a eso, sabe las consecuencias de un error como ese.

-¿Viene hasta nuestra casa a amenazarnos?

-No, solamente queremos advertir que la doctora puede estar en riesgo, pero si ustedes no nos necesitan, nos iremos -Me respondió, sacando una tarjeta de su bolso, se la dio en la mano. Después se alejó sin decir nada.

Me quedé un poco sorprendido, nunca conocí a un hombre como ese ¿Tan grave era eso que pasó en el avión? Entré a mi casa, todo estaba a oscuras, cosa extraña considerando que eso molestaba bastante a Paola siempre. Pregunté en voz alta, pero nadie respondió, me dirigí a mi habitación, ella estaba recostada en la cama, se veía cansada, pero seguía siendo la chica hermosa que conocí hace unos años.

Su piel blanca y su cabello hasta la espalda le daban un aspecto de una diosa antigua... Me acerqué con cuidado, no quería despertarla, me coloqué a su lado y acaricié su cabeza, ella soltó un leve suspiro y fue entonces que vi algo que me sorprendió. Paola siempre había sido pelinegra, pero ahora la raíz de su cabello se veía rosada, ella nunca fue fan de ese color, además de que siempre se expresaba negativamente de todas las mujeres que se pintaban el cabello siendo profesionistas ¿Por qué haría eso ahora? Ella estaba muy arrepentida de haberse tatuado los brazos en la juventud, no creía que fuera capaz de hacer una cosa así de nuevo.

Decidí ignorar ese hecho, a la mañana siguiente le preguntaría sobre eso, gracias a dios por fin podría pasar tiempo de calidad con la persona que más amaba. Al amanecer fue la luz lo que me despertó, abrí lentamente mis ojos, era un sábado, vi mi reloj y me di cuenta de que la comodidad me había dejado dormir hasta pasadas las doce del día. Me levanté y supe que Paola ya no estaba en la habitación, me dirigí hacia el baño donde escuché unos leves sonidos. Me apoyé en la puerta y di unos ligeros toques.

-¿Mi amor? ¿Estás bien? -Le pregunté.

-¿Cris? -Me respondió ella, con una voz leve.

-Si, aquí estoy, ¿Qué te pasó?

-Yo... No lo sé... Amanecí de esta manera.

Y abrió la puerta, su cabello ahora era completamente rosado, solamente llevaba un conjunto rojizo, por lo que me permitió ver su cuerpo casi desnudo, mi lujuria me habría controlado por completo de no ser porque en verdad me sorprendía ver su cambio tan repentino. Sus ojos parecían estar llorosos.

-¿Qué te...?

-¡No lo sé! ¡No lo sé! ¡No entiendo! ¡Esto no debería ser así!

-¿De qué hablas?

-No sé... Yo no entiendo... Yo no pinté mi cabello, además he intentado cortarlo o pintarlo con cualquier cosa, pero este estúpido color siempre vuelve -Estaba molesta.

-Oye tranquila, esto se va a solucionar...

-¿Ah, si? ¿Y cómo? ¡No sé que le pasa a mi cuerpo!

-Mi amor, siempre hemos resuelto todo si -Coloqué mis manos alrededor de su rostro, se sentía extrañamente suave-, confía en mí. -le di un beso en la frente, ella suspiró y después bajó la vista.

-Perdón por no haberte avisado que vendría... Yo creí que tal vez si no me veías de esta manera todo volvería a la normalidad.

-No te preocupes, ya sabes que yo siempre estaré aquí para ti.

El día transcurrió de lo más normal, nos la pasamos riendo y viendo series, ella parecía estar olvidando su extraño cambio de cabello. De pronto comencé a notar otras cosas, de usar toda una sudadera de color negro, lentamente se quitó cada una de sus piezas quedando solamente en ropa interior una vez más, incluso se despojó de sus calcetines, dejando al descubierto sus pies. Subió sus piernas al sillón y se sentó sobre ellas, sus manos recorrieron sus pies, lo hacía disimuladamente, pero yo lo notaba de todos modos. También sus uñas empezaron a crecer, asemejándose en mayor medida a unas garras felinas.

Pero la gota que derramó el vaso fue cuando comenzó a lamer su mano, como si se tratara de una paleta de hielo. Me aparté, un poco asustado, ella notó lo que estaba haciendo y abrió sus ojos sorprendida.

-¡¿Por qué estaba...?! -Preguntó-, Cris, creo que esto es grave... Yo no... No me doy cuenta de cuando pasa eso...

-Amor, ¿Qué fue lo que pasó en ese avión? Es la única explicación que yo veo...

-No, el avión no tiene nada que ver... De ser así ya estaría muerta -Apretó los labios-, todos los que estaban en ese vuelo murieron de causas desconocidas, lo único que pude descubrir es que en cada uno de los cadáveres existía algún tipo de virus contagioso.

Sus ojos comenzaron a perderse en el vacío, como si estuviera pensando, pero poco después volvieron a cobrar vida... Solo que ahora parecía una persona completamente diferente. Paola me lanzó una mirada pícara y lasciva, se mordió el labio inferior y gateó hasta llegar a mí, se colocó en mi pecho y con su dedo índice tapó mi boca

-Shhhhh, amor...  No importa lo que esté pasando, estuve mucho tiempo fuera y ya no puedo contenerme más -Comenzó a besarme apasionadamente, cosa que me tomó por sorpresa, era como si estuviera violando mi boca, su lengua entraba y se movía de maneras tan placenteras que simplemente me dejé llevar, coloqué mis manos en su sostén y eso inmediatamente la hizo soltar un gemido que se escapó entre nuestros labios. Paola sonrió.

Sentí el momento en que una de sus manos acariciaba mi entrepierna, la cual empezó a ponerse dura de inmediato. Nunca sentí una conexión como esa en la cama, era como si ella estuviera dispuesta a todo. Descubrió mi verga y la masturbó con velocidad, me sentía en las nubes, su cabello rosado le daba un aspecto totalmente diferente. Acerqué mis manos a su brasier y se lo arrebaté, interrumpí el beso solo para unir mis labios con sus pezones rosados, ella estalló de placer, sus gemidos se extendían por toda la habitación. Poco a poco le retiré la braga, ambos quedamos desnudos, podía sentir el ligero tacto de nuestros genitales, jugando, rozándose, preparándonos.

-Miau -Dijo ella.

-¿Eres mi gatita? -Le pregunté, siguiendo el juego, mientras acomodaba mi verga para poder penetrarla finalmente.

-Soy tu gatita, grrrr -Ella se dejó caer.

Estaba más estrecha de lo normal, el placer que sentí en ese momento no se podía comparar con nada que hubiera sentido antes. Ella me montaba y marcaba el ritmo mientras yo permanecía acostado, casi desmallándome por las sensaciones que invadían mi tórax. Cerré mis ojos y me dejé llevar, escuchaba la respiración entrecortada de Paola, a la vez de sus gemidos y el sonido húmedo que generaban nuestros sexos. En ocasiones casi era como si Paola estuviera ronroneando, se estaba tomando muy en serio el papel de ser una gatita. Sentí que estaba a punto de venirme, sujeté, aún sin ver, sus caderas y la hice caer con gran fuerza, terminando en su interior, pude percibir las contracciones en su interior, lo que significaba que ella también se había venido.

Abrí mis ojos solo para encontrarme con más cambios. Paola tenía un aspecto diferente, de su cabeza sobresalían dos orejas con pelaje blanco, además de que sus pupilas estaban afiladas como las de un gato.

Sentí como si un animal recorriera mi pierna, me hice a un lado y vi que justo por encima del ano de Paola brotaba una cola de animal. Abrí mi boca aún sin pronunciar nada, sus ojos volvieron a la normalidad y se alejó, casi cayendo de espaldas.

-Cris... Perdón yo no quería... No sé qué me está pasando -Me dijo.

-Tienes orejas y... Cola.

-No... No me siento muy bien, Cris.

Cayó de rodillas, primero parecía complacida, después sus manos cubrieron su rostro como si estuviera sufriendo, me acerqué a ella y escuché varios quejidos. Quería ayudarla, pero ¿Qué debía hacer? Jamás había estado en presencia de algo así.

-No puedo... Controlarme -Y esas fueron las últimas palabras de Paola.

En seguida, sus ojos volvieron a ser rasgados y se volvió a lanzar sobre mí, intentando llegar a mi verga a toda costa. Intenté calmarla, hablar con ella, suplicarle que se detuviera, pero era en vano, casi como si se hubiera convertido completamente en un animal. Alcancé un viejo collar que le pertenecía a mi vieja perrita, se lo coloqué en el cuello y en contra de toda mi voluntad, la amarré a las escaleras de la casa. Se retorcía, intentando liberarse, mientras sus tetas se sacudían con cada movimiento.

-¿Pao?

-Vamos Cris... Sé libre como yo... Acepta tu naturaleza -Se sacudió las tetas-, dijiste que siempre me amarías, esta es tu oportunidad de demostrarlo... Entrégate a mí.

Me alejé, y la vi desde la distancia, esa ya no era mi Paola... De pronto sentí que una aguja se inyectaba en mi cuerpo. Intenté girarme para saber qué era lo que acababa de suceder; sin embargo, fue muy tarde. Mis ojos comenzaron a volverse pesados y mi cuerpo se aflojó, lo ultima imagen que permaneció en mi mente fue el cuerpo extraño de Paola, completamente desnudo, suplicando por sexo y haciendo poses lascivas.

Cuando volví a abrir mis ojos me encontraba en mi cama, por un momento en verdad creí que lo que acababa de vivir había sido solamente un sueño, pero no... Me levanté y cuando intenté abrir la puerta, fue imposible, estaba sellada por algo que jamás había visto. Busqué por las ventanas, pero no me era posible ver más allá, estaba encerrado y no sabía la razón. Escuché el sonido de mi teléfono, corrí un poco aturdido y respondí.

-¿Bueno?

-Hola de nuevo, señor -Reconocí aquella voz, era el hombre que se encontraba en el exterior de nuestro departamento justo cuando Paola regresó del viaje.

-¿Dónde estoy? ¿Por qué...? ¿Y Paola?

-Lamento informarle que la señorita Paola ha sido infectada con un nuevo tipo de virus que estamos investigando.

-¿Qué? ¿De qué está hablando?

-Esta infección afecta los cromosomas del cuerpo humano, así como acentúa los instintos salvajes del cuerpo humano -Siguió hablando-, entre nosotros comparamos sus resultados con los que surgirían de la mezcla entre un felino y un ser humano.

-¿Dónde está? ¿Qué hicieron con ella?

-Se encuentra bien, en una de nuestras instalaciones donde elaboramos un plan de contingencia para poder curarla. Sin embargo, no podrá verla durante un buen tiempo.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Usted, señor, al haber estado en contacto directo con ella puede haber resultado contagiado -Esas palabras me helaron la sangre, tragué saliva y sentí un escozor en la garganta-, es por ello que ahora se encuentra en observación y en aislamiento del resto de la población.

Después de eso la llamada se cortó. Por estar tan preocupado por todo lo que sucedía, ni siquiera me percaté de que estaba totalmente desnudo. Inmediatamente, intenté cubrir mi miembro con mis manos, me dirigí hacia mi guardarropa, pero estaba totalmente vacío. No tenía nada para ponerme, con mucho cuidado de que no me descubriera volví a la cama y me recosté, tapándome con las cobijas. ¿Qué se suponía que pasaría ahora? ¿Cuáles eran los síntomas de esa enfermedad? ¿Qué es lo que le pasaría? ¿Me crecerían orejas y cola de gato como a Paola? Esas palabras no dejaban de rondarme, todo iba tan bien, y ahora... No sabía que era lo que pasaría a continuación.

Pasaron unas cuantas horas hasta que mi destino comenzó a volverse claro, sentí un mechón cayendo por mi rostro, intenté moverlo, pero era demasiado largo para que fuera posible ¿Mi cabello estaba creciendo? La respuesta fue inmediata, ese proceso se repitió unas cuantas veces, hasta que cuando menos lo pensé, era tan largo como para llegarme a la cintura. Con mucha pena de estar siendo observado, me levanté una vez más para ver mi reflejo, lucía extraño, como si mi rostro también estuviera sufriendo cambios. Una sensación como de calor y frío recorría mi cuerpo de un lado a otro, haciendo que me estremeciera, sentía mi garganta seca y un vacío en el estómago. Intentaba alejarme de esas ideas, quería opinar positivamente, que todo saldría bien, pero no podía, solamente venía a mi cabeza el recuerdo del sexo que tuvimos Paola y yo, la última ocasión que nos vimos, eso causaba que mi pene tuviera una constante erección.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que desperté, pero cada momento era peor, cada parte de mi cuerpo dolía como si me acabaran de golpear, ya no tenía vergüenza de que me estuvieran viendo desnudo... Ni siquiera me parecía algo relevante. Mis manos temblaban, mi pecho estaba extrañamente sensible, incluso un ligero viento que llegara a rozarlos provocaba que me estremeciera y que incluso fuera capaz de soltar un gemido que se asemejaba a los que producían las mujeres. Casi sin quererlo comencé a acariciar mi pene, era tan delicioso, el placer que provocaba casi era como si derritiera mi cerebro, no tenía la fuerza de voluntad de detenerme, mis ganas eran tan abrumadoras que casi era como si no pudiera vivir sin ello. Mis manos se movían con velocidad y después de unos segundos tuve la mayor corrida de mi vida, el semen brotó como un volcán que se había contenido por años, solté una cantidad de esperma tan grande que manché todo mi cuerpo. Sentí cierta calma después de hacer eso, mis dedos se dirigieron hacia el líquido, comencé a extenderlo por todos lados, casi como si se tratara de jabón y sin darme cuenta lentamente lo introduje en mi boca, me encantaba ese sabor... Tan único. Me alejé de golpe y me sorprendí ¿Qué mierda me estaba pasando? Debía detenerme de una vez por todas.

-¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Sáquenme de aquí! -Grité con todas mis fuerzas, pero fue inútil.

«Todo estará bien...» me repetía una extraña voz, eso se sentía tan reconfortante. Me hablaba directo al oído y eso causaba que me estremeciera. Mis ojos se entrecerraron y lentamente mis pensamientos escapaban de mi mente ¿Qué más si estaba cambiando? ¿Eso importaba si daba tanto placer? ¿Por qué detener algo que no me daba más que sensaciones tan intensas? ¡Esta infección era algo para celebrar! Llevé mis manos a mis pechos y los acaricié, nunca antes había jugado con ellos, tan sensibles al tacto «Entrégate a mí» pero no, ese no era yo... Algo... ¿Cómo me negaba? Un dolor volvió a atacar, una fuerte punzada en mi cabeza, mis uñas también empezaban a crecer, vi con gran horror el momento en que justo en mis manos la masa en mis pechos aumentaba hasta dejar dos grandes senos femeninos, los seguí acariciando, mi erección era gigantesca, estaba en éxtasis. Ya no me importaba nada, yo era de él, el señor me había abierto las puertas de su gran harem de chicas felinas y yo era feliz con eso ¡Quería estar con él! Yo ya no era un simple humano, no más.

Mi pene fue reduciéndose, hasta que se hundió completamente en mi pubis, dejando un agujero del que un poco de piel brotó, moldeándose en una vagina hermosa. Un escozor comenzó justo encima de mi ano, caí al suelo, y solté un gemido, era tan delicioso... El pelaje de mi cola comenzó a tomar forma, hasta que fui capaz de sacudirla ¿Cómo pude vivir tantos años siendo hombre?

-Oh sí... Oh si -Decía. Me acerqué al espejo, era una chica preciosa.

Mis ojos tomaron una tonalidad verde y mi cabello se tornó violeta, tenía la piel tan suave y sensible, mis senos eran grandes y la aurora de mis pezones tenía un color rozado, me encantaba ser chica. Quería que todos me vieran, sonreí de manera pícara hacia todos lados, moví mi culo y mi cola de manera sexi, y subí a la cama abriendo mis piernas, mostrando mi vagina.

Así es como llegué a este punto, solo por pocos segundos logró recuperar mi mente humana, el resto del día soy una gatita caliente que espera que uno de esos sementales científicos se acerquen y me lleven de su semen por todas partes. Este es únicamente el comienzo de la pandemia.


Comentarios

  1. Están muy buenas tus historias! Sigue así!

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  2. La historia fue muy interesante. ¿Sabes donde puedo conseguir una muestra de la enfermedad? Es para un proyecto.

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    1. Híjole, creo que va a estar un poco difícil jajaja

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    2. Vaya... y yo que quiera convertir a mis alumnos en gatos jaja. Ni modos, seguiré buscando una muestra.

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